
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en la reunión de la UE en Bruselas.
El aumento del gasto en Defensa da la puntilla al presupuesto de 2025 e hipoteca el de los tres años siguientes
La debilidad parlamentaria no permite subir impuestos ni recortar gasto social y hay poco margen para emitir más deuda sin riesgo de colapso.
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Las nuevas exigencias presupuestarias que necesita el plan para rearmar la Unión Europea han colocado en un callejón sin salida al Gobierno. España necesitará, prácticamente, duplicar en los próximos cuatro años los 19.700 millones que se gastaron en 2024.
Eso no sólo deja muerta la posibilidad de que haya unas cuentas públicas este año, sino que hipoteca las de los tres próximos cursos -elecciones mediante- con subidas de más de 4.000 millones anuales en el gasto en Defensa. Una inversión que habrá que cubrir con más deuda, subidas de impuestos o recortes de otros gastos.
Sánchez pensaba llegar al 2% de PIB -unos 30.000 millones de euros- en gasto en defensa en 2029, pero el compromiso con la UE plantea adelantar ese proceso, junto al resto de socios comunitarios, y llegar incluso al 2,7% (un punto y medio más que ahora) antes de 2029. De este modo, se alcanzarían los 40.000 millones.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este jueves en Bruselas.
Las cifras definitivas se definirán en la negociación que ahora se abre en la UE, que se endeudará para ofrecer créditos blandos a sus socios. Lo que ya ha descartado son las transferencias o partidas a fondo perdido. Una opción con la que todavía cuenta el presidente español, consciente de lo complicado de mover dinero público con los presupuestos prorrogados y la deuda en máximos.
Desde el punto de vista puramente económico, el problema no son tanto las cifras. Siempre se pueden camuflar con reglas fiscales benévolas en Europa y contabilizando como gasto en Defensa partidas que van desde el desarrollo de infraestructuras hasta las pensiones de los militares.
La cuestión es que España es una de las economías más endeudadas de la Unión Europea y va a tener que hipotecar las cuentas públicas a futuro para afrontar este nuevo reto.
El agravante añadido es que el Presupuesto actual, prorrogado de forma automática, procede de las cuentas de 2023, que se elaboraron con los parámetros y las cifras del ejercicio anterior. Es decir, recién salidos de la pandemia, "y lo que tenemos ahora por delante es un mundo distinto", señala Raymond Torres, director de coyuntura económica de Funcas.
"La prórroga es un corsé que no deja hueco para más gasto ni permite hacer un nicho para defensa -explica-, por lo que es muy posible que España tenga que arrastrar los pies para llegar a lo que le pide Europa".
Si llegamos al análisis de la debilidad política de este Gobierno de coalición, todos los expertos consultados advierten de que no hay margen en el Congreso para aprobar nada, a no ser que se llegue a un pacto de Estado con el PP.
Ángel de la Fuente, director ejecutivo del think tank Fedea, advierte que las dificultades para tener un presupuesto, el que sea, no son tanto contables o económicas -"todo se puede ajustar"- como de falta de consenso político.
Ese bloqueo permanente a cualquier medida que contemple subidas de impuestos o recortes de gasto también es el gran problema que ve en este momento el economista y profesor universitario, José Carlos Díez, con una cuestión más grave: el escaso margen que hay para emitir deuda con más del 103% del PIB ya comprometido.
Lo que debíamos haber hecho es "bajarla al 60%, para tener margen como tiene Alemania para su plan millonario", explica el economista.
"No podemos equivocarnos ahora con la deuda, porque van a subir las primas de riesgo en Europa y podemos quedarnos al borde del colapso de la noche a la mañana", asegura Díez.
"Todos los inversores internacionales están viendo lo que pasa para apostar por un lugar u otro para invertir, y nadie les da una señal de ajuste fiscal en España; al contrario, condonamos deuda a las comunidades autónomas y la asume el Estado", añade.
Sin efecto multiplicador
Otra gran cuestión que se plantea ante ese esfuerzo titánico para invertir en la defensa de Ucrania y de toda Europa es el efecto multiplicador que pueda tener en la economía la llegada de ese dinero. No hay que olvidar que la industria de defensa europea tiene demasiadas referencias tecnológicas poco competitivas y unos países que compran fuera (EEUU y China) la mayoría de sus suministros.
El propio presidente de Airbus España, Francisco Javier Sánchez, advertía este viernes de la gran dependencia que la industria europea de Defensa tiene y la dispersión que se ha generado entre compañías y sus ramas de productos. "Estados Unidos tiene un sistema de armas muy reducido, 33, mientras que en Europa tenemos 179", señaló.
Es por ello que los analistas tampoco esperan, por el momento, que las inversiones en defensa ayuden demasiado a potenciar el crecimiento económico en Europa, y mucho menos en España, donde apenas tenemos dos o tres empresas competitivas, mucho menos que otros gigantes europeos y a años luz de las chinas o las americanas.
"No tenemos los polos competitivos que tienen otros países para aprovechar bien el tirón", remata el responsable de Airbus.